Continuamos con la semana dedicada al ascenso de 1989. En esta ocasión, agradecemos el relato del camarada Ignacio Vera, quien nos describe detalladamente su viaje a la séptima región en busca del regreso a primera.
14 de Enero de 1990, la ansiedad recorre todo mi cuerpo, estamos en Curicó esperando el último partido zonal del campeonato de segunda división, se me vienen todos los recuerdos de una campaña que sufrimos y que no merecíamos estar ahí, se me viene a la memoria esa tarde fatídica del empate del año anterior ante Cobresal que nos hacia descender por primera vez. De todo un año en mi colegio recibiendo bullying (iba en cuarto medio y en mi anuario me pusieron sueño frustrado que la “U” vuelva a primera).
Recuerdo que iba a viajar en tren con mis amigos, pero un día antes mi viejo me dice nos vamos en auto, me fui con mi hermano, dos amigos y mi viejo, llegamos al estadio con un calor insoportable, nos quedamos atrás en una pequeña acequia que pasaba por el estadio capeando el calor, el recinto estaba lleno como nunca, nos quedamos en la pista de atletismo atrás del arco, nos separaba una cuerda de la cancha, la que sostenía a la gente para que no invadiera el césped.
Empezó el partido, muchos nervios pero confiados, cuando faltaban cinco minutos y la “U” hace el tercer gol que nos asegura el ascenso se desbordó la gente y entramos a la cancha, pensamos «Terminó, somos de primera!!!» y celebrábamos cuando por parlantes dicen que saliéramos de la cancha porque se debía terminar el partido. Recuerdo a mi padre que me decía que no entráramos de nuevo que era peligroso, esto mientras ayudábamos a los carabineros a poner de nuevo la cuerda, cuando suena el pitazo final y no veo a mi viejo, que ya estaba en la cancha gritando y celebrando, tomé a mi hermano y entramos desaforados a cortar un pedazo de malla y de pasto.
Mientras volvíamos a Santiago y a pesar de lo tarde que era en la carretera, la gente con banderas nos saludaba como si esto fuese un logro de todos. Paramos en un restaurant a comer algo con la poca plata que nos quedaba y vimos que había una sala preparada con una mesa larga y reservada que era para el plantel azul, los vimos y festejamos, puedo reconocer que me sentí feliz como nunca.
Luego vino el partido de definición del titulo con Palestino y en los penales dimos la vuelta olímpica, ese es hasta el día de hoy, junto al título de 1994 en El Salvador, mi recuerdo más preciado, pues era la primera vez que veía a mi equipo campeón.