Tengo la hipótesis de que todos ocupamos una posición en la cancha de la vida, eso tomando como base que el fútbol en sí es como la vida misma. Dentro de esta categorización podemos encontrar múltiples características que nos ayuden a situarnos dentro de este perímetro verde que es nuestra existencia. Hay personas que nacieron para ser arqueros; se dedican a resolver problemas y viven más expuestos (aunque no lo busquen) a situaciones de riesgo, determinando cómo desviar o atrapar el remate. Los defensas son todos aquellos seres humanos cuya función parece ser la de protegerse y evitar el peligro. Los delanteros, por su parte, se dedican a definir, resolviendo rápidamente las vicisitudes que les presenta el partido. Ahora, los mediocampistas son tipos más complejos. Hay muchas funciones dentro de lo que se conoce como “el medio” y claro, dependerá de cada quién la faceta del juego que preferirá desarrollar. Los que cortan, cortan y los que crean son los artistas, con una mente capaz de filtrar una pelota, rematar o gambetear, porque para ser artista hay que ser versátil. Y dentro de los artistas, están los que crean fantasías, que en sí es una palabra grande. Cosa curiosa porque aquí en Chile fantasista hay uno solo, no es muy alto y por suerte vistió de azul dos veces. Si bien me puse contento cuando llegó a jugar la Libertadores la primera vez, el primer recuerdo vivo que tengo suyo es saliendo de la cancha del Nacional totalmente ofuscado a raíz de una sustitución a todas luces injustificada, pero que, considerando el ejecutor, era incluso esperable. Después de eso la renuncia y los comentarios al voleo, lanzados por irresponsables con la tribuna necesaria para influir en las opiniones de la gente. Pero a él le dio lo mismo. Mientras todos se peleaban y en el combinado ocurrían situaciones graves, este fantasista se dedicó a presentar sus actos en las mejores canchas del mundo. Italia e Inglaterra fueron testigos del pequeño porteño que movía la pelota y enganchaba haciendo pasar de largo a los rivales. Volvió al país con la actitud seria y trabajadora de siempre; si hasta se dejó acariciar por el proyecto de Sampaoli para volver a la selección. Pero la vida, independiente del puesto que ocupemos en la cancha, a veces nos pone en aprietos y las cosas no siempre salen como uno espera. Entonces el mediocampista debe aplicar todo lo que ha aprendido y decidir si pisarla y encarar, si enganchar o tocar a un costado. No se puede vivir agradando al resto ni soportando malos tratos, así es que David se inclinó por el cambio de frente, y volvió a vestirse con nuestros colores. Aquí se sintió importante, como todo mediocampista necesita sentirse. El trabajo serio que a él tanto le acomoda se hizo parte de su ritmo diario, y como siempre, vino a sumar. Si hasta dimos la vuelta en un torneo que parecía imposible; aunque seamos sinceros, para nosotros no hay muchos imposibles. Si hay alguien que se crea moralmente capacitado para juzgarlo, no es problema nuestro, aparte quienes transitamos por esta vereda hemos sido criados para ser respetuosos y agradecidos más que evaluadores o jueces. Mago es cualquiera, pero crear fantasías es otra cosa, qué suerte de haberlas visto con la misma camiseta que amamos y veneramos, gracias David por la seriedad y el compromiso. Ha sido un verdadero placer verte jugar.
Nacho Márquez | Radio AzulChile.cl