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Columna: Con la hinchada cantando no podemos perder

Ago 31, 2015

Se me vinieron a la mente los grandes partidos que hizo la U años anteriores cuando no se daba nada por perdido, aunque hoy fue diferente…

A las 17:45 en el Estadio Nacional con una temperatura veraniega, comenzaban a sonar los cánticos azules a la espera del partido ante Palestino. Varias familias completas mostraban sus caras de alegría por volver  ver al equipo de sus amores, así como los distintos grupos o piños que intentaban colgar sus lienzos en las rejas y barandas que dan hacia el terreno de juego. La cara de los más pequeños era envidiable; quienes con su camiseta azul miraban con entusiasmo el precalentamiento de los jugadores.

No fue un partido fácil, para nada. Donde la U se ponía en ventaja a los 29` con un certero cabezazo de Gustavo Canales. La barra estalló en alegría viendo que a pesar de que el equipo no estaba haciendo un buen juego, íbamos ganando. Los “eh oh eh  La U” no se hicieron esperar  y los distintos sectores del Estadio coreaban al unísono. Pero la alegría solo nos iba a durar  diez minutos ya que Marcos Riquelme, realizando una gran jugada, dejó atrás a la defensa azul para marcar el empate de los tricolores.

Las caras se nos pusieron de piedra y algunos (me incluyo) pensábamos: “otra vez lo mismo, la defensa”.  A pesar de todo, seguimos cantando y alentando a la U hasta que en el 41`, tras aprovechar un error de la zaga de Palestino, el joven delantero Luis Felipe Pinilla anotó el dos a uno en el marcador. Lo gritó con el alma. Entre lágrimas celebró junto a sus compañeros y la fanaticada azul. Con alegría y mucho que opinar entre los amigos, nos íbamos al entretiempo.

Las opiniones eran diversas; “Bien la U, no regalamos el primer tiempo”, “Emocionante la celebración de Pinilla, se lo merece”, etc…

Mientras unos aún regresaban a sus lugares tras tomar un refresco por el intenso calor que hacía en Ñuñoa, Osses daba el inicio al segundo tiempo. Apenas 47” le bastaron a  Riquelme, otra vez, para superar a Herrera y poner el empate en el marcador. En la galería algunos bajaban la cabeza, otros se tapaban la cara. Era para no creer lo que estaba sucediendo.

El juego de la U comenzó a decaer y algunos jugadores, como Gonzalo Espinoza se desesperaron. Este cometió una falta en mitad de cancha y fue amonestado con su segunda tarjeta amarilla. El árbitro lo mandó a camarines. Espinoza se retiró mirando hacia el suelo sin responder el cariño que de igual forma le entregó la barra.

El encuentro iba de mal en peor, ya que a los 67`, Richard Paredes con un disparo potente, puso el tres a dos para los forasteros. En ese momento, viendo que la U no reaccionaba, el codo sur comenzaba a cantar con más fuerza para alentar a sus jugadores, pero cuatro minutos después, una mano infantil de Suárez dentro del área iba a poner a la U en una situación de extrema gravedad. César Cortés, ex azul, lanzó el penal de una forma exquisita, ”la picó”. 4 a 2 para Palestino.

Cuando veíamos que el equipo no reaccionaba, y que los rivales nos superaban en todas las líneas, un penal por falta de Osvaldo González dentro del área nos iba a poner a rezar para que Riquelme no nos vacunara por tercera vez. Y así fue, el delantero mandó la pelota al poste derecho del meta azul y nos salvamos de que nos hubiesen marcado la manito.

Hasta aquí ya no se nos pasaba por la mente ganar el partido, pero si al menos rescatar un punto como premio de consuelo. De pronto el estadio volvió a celebrar de alegría para la U. En el 78`, Suárez puso el tercero para la cuenta de los universitarios, rematando de cabeza. De pronto todo cambió y nos pusimos a cantar como si fuese una final el tan conocido “vamos vamos leones, vamos vamos a ganar”. Veíamos una mínima esperanza para conseguir el valioso punto del empate. Como un milagro, esto se hizo posible. Leandro Benegas, quién entro desde el banco de suplentes, puso el empate de cabeza en el 82`.

Restaban solo ocho minutos para terminar el encuentro y los hinchas pensamos “¿Y si ganamos?”. Nuevamente cantamos con el corazón y animamos cada jugada que la U tenía la pelota. Fue Luis Marín, otro ex azul, que evitó el triunfo, no merecido de la U, salvando de manera notable un disparo dentro del área.

Con el pitazo final de Osses, varios jugadores de ambos equipos se sentaron exhaustos en la hierba del Nacional. Fueron aplaudidos por ambas hinchadas por el gran esfuerzo realizado.

Los hinchas nos retiramos del  estadio con un sabor amargo, pero con el gusto de saber que una vez más, le dimos la fuerza que necesitaba el equipo convirtiéndonos en el jugador número doce.

Por Cristián Ibarra

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