Bien es sabido que el hincha de la U es un camarada sufrido, las cosas nunca se nos han dado en bandeja como a otros, no nos han pagado deudas históricas y menos nos han salvado por decreto del descenso y pérdida de categoría.
El Hincha de la U por años miró como otros levantaban copas, se llenaban de gloria, construían riquezas, hacían historia, pero así y todo seguía alentando y llevando orgullosos esa U roja en el pecho bordada de pasión.
El tema del cual quiero hoy hablarles es polémico, en algunas ocasiones doloroso y nos trae a la mente muchos intentos fallidos de los cuales hoy seriamos fieles asiduos a estos recintos, a nuestras casas azules que no fueron.
- 1937 Quinta Normal (Estadio Universitario para 1000 espectadores).
- 1942 Proyecto del Dr. Julio Kilian.
- 1946 Población Juan Antonio Ríos.
- 1948 Fundo «La Castrina» en LA Granja, hoy Parque Brasil/Museo Mirador (Estadio Monumental Universidad de Chile).
- 1973 Las Condes (Parque Araucano, para 15.000 espectadores).
- 1981 Actual Macul (El Sauzal, Estadio José Miguel Carrera, «La Caldera Azul», para 25.000 espectadores).
- 1994 Noviciado Azul proyecto de estadio de Rene Orozco
- 2014 Laguna Caren
- 2015 La Pintana (¿?)
En otra ocasión haremos historia y recordaremos estos anhelados recintos arrebatados o malamente financiados, hoy solo quiero expresarles mi sentimiento, mis anhelos e ilusiones, el sueño del coliseo azul postergado.
Cuando el archirrival te enrostra su Monumental Estadio, su “lleno” de fin de semana sabrá que en 1948 el estadio que pensaba construir el rector Juvenal Hernandez llevaba el nombre de ESTADIO MONUMENTAL UNIVERSIDAD DE CHILE.
Pensará el rival vestido de blanco y negro, o los lores y ladys de San Carlos que nos sentimos humillados o denostados porque ellos poseen un terreno, una construcción que alberga a sus hinchas cuando el equipo de sus amores juega en algún torneo nacional o internacional, están equivocados, ser de la U es un sentimiento que va más allá de un estadio, va mas allá de una galería norte o sur, va más allá de un bombo sonoro o silente, va mas allá del horizonte.
A cuantos de Uds. no les tocó que en épocas pasadas, cuando eran unos noveles estudiantes ser del grupo selecto y minoritario que jugaban en la hora de educación física con una polera azul con un chunchito en el pecho, esos que cuando les tocaba elegir jugadores elegíamos ser Castec, Beltramo, Puyol, Salah o Salas. De esos que nos decían que “apagábamos la luz, los malos de la U” pero así y todo defendíamos a nuestro equipo a toda costa, al equipo que heredaste de tu padre, de tu abuelo, de tu madre. De ese equipo que nunca salía campeón, de ese equipo que llenaba galerías pero que nunca levantaba una copa de monarca, de ese equipo que te llenaba de alegrías con el solo hecho de verlos pisar una cancha, el equipo del León.
Yo fui y soy de ese equipo azul que en la última década se ha llenado de gloria, ha llenado sus estanterías de copas, de nuevos hinchas, de historia y alegría. Pero también soy el mismo hincha que vivió una quiebra, que se enteró por la radio en una seca y árida zona llamada Antofagasta que el equipo del cual oíste de boca de tu padre que en la década del 60 le llamaban ballet azul, a ese que no le ganaba nadie, se iba a los potreros una triste tarde del 15 de enero de 1989.
Soy ese mismo hincha que vibra con un gol de canales, que lloró a mares cuando Pepe y Diego levantaron juntos la copa de campeón del apertura del 2011 ante el clásico rival, soy el mismo que me enojo cuando la defensa anda mal o cuando un jugador no moja la camiseta que yo orgulloso luzco en cualquier evento social.
Yo y ustedes somos el mismo hincha, el que anhela tener un estadio para seguir alentando al León, para decir, por fin nos devolvieron lo que en el pasado nos quitaron, tenemos casa propia la caldera azul por fin es una realidad. Pero también somos esos hinchas que seguimos a la U vaya donde vaya, 29 horas de viaje, diferentes países, climas y zonas horarias, somos aquellos hijos del rigor que no abandonaremos esta institución si nuevamente nos roban el derecho a soñar en la casa propia, porque fuimos forjados en azul intenso, en rojo pasión y seguiremos alentando con o sin estadio. Por eso cuando nuevamente algún archirrival los vuelva a molestar con que no tenemos estadio, Uds. recuerden la hermosa historia azul plagada de desencuentros y malos momentos y diga… Si! No tengo estadio, pero sigo alentando tal cual como lo hacia mi abuelo, mi padre, yo y mi hijo porque la pasión que lleva un bullanguero no se traduce en recintos deportivos, se lleva en el ADN, mi sangre Azul no la tranzo por nada. Es una locura que va Más allá del horizonte.
Por Danny Marilicán