Con todo lo sucedido durante estos días, los derechos de transmisión radial que adquirió Fox y la imposibilidad de transmitir de las radios nacionales, Jaime Aguirre reflexiona en la siguente columna.
Luego de la insólita e inédita medida de la cadena Fox, en el sentido de aplicar restricciones traducidas en altos montos de dinero para autorizar la transmisión radial de los partidos de la Copa Libertadores versión 2016, uno no puede sino quedar impávido ante la prepotencia con que empresas radicadas en el extranjero deciden aplicar medidas de esta naturaleza, y que tengan el desparpajo de hacerlo única y exclusivamente con las emisoras radicadas en nuestro país. Aun así, no debiera resultar tan extraño habida consideración que en Chile es el único país del mundo en el que dicha cadena cobra un monto extra por el derecho a tener su señal habilitada para ciertos eventos, llamándola caprichosamente “señal Premium”, como una manera de justificar ese pago adicional. La cuestión es que lo hacen, y nadie parece interesarse en hacer nada.
¿Qué podría justificar esta antojadiza normativa en contra de las radios? A juicio de quien escribe, aparte del “exceso de codicia” e interés por obtener mayores cantidades de dinero, el real “temor” que tienen de que las transmisiones radiales sean de obvia mejor calidad que las de los equipos que emiten los partidos por TV. Porque en Fox lo hacen con profesionales instalados frente a un televisor – igual que muchos en su casa – sin reporteros en las canchas en que se está jugando que realmente conozcan a los jugadores, sobre todo a los visitantes, sin la visión real del ambiente en que se están disputando los encuentros, o de incidencias que puedan no ser advertidas ni menos transmitidas por quien está cargo de la emisión desde un camión fuera del propio estadio incluso. A diferencia de eso, las radios despliegan equipos humanos que cubren todos los detalles, los hoteles de concentración, el traslado de los equipos hasta el estadio, la zona de vestuarios, la práctica pre-competitiva sobre el campo de juego, el ambiente de las bancas, el de las tribunas, es decir, todo lo que al espectador del fútbol le interesa saber y para lo que esta cadena televisiva no destina recursos ni mínimos siquiera, tal vez movida por el mismo factor de codicia antes enunciado. O usted cree que a Fox le resultaba demasiado oneroso haber desplazado hasta Uruguay al relator y al comentarista que estuvieron en pantalla, y a un reportero de cancha?
Y algo más triste: los profesionales que participaron de la transmisión y los que minutos antes de la transmisión estuvieron en un animado panel en pantalla en el espacio FoxSports Radio, todos, sin excepción, trabajan actualmente o han trabajado en medios radiales con programas deportivos y no se escuchó ni vio a ninguno de ellos expresar una mínima frase en relación a la medida adoptada por sus empleadores televisivos. Si a eso le agregamos que la gran mayoría o todos ellos criticaron ácida y frontalmente los episodios de manejos turbios de dinero y negociaciones a espaldas de todos con relación a la ANFP, la Conmebol o la FIFA, o que criticaron con justa razón los métodos poco limpios del directorio de Sergio Jadue, esta vez callaron: Doble estándar impresentable.
Queda como conclusión lo que lamentablemente parece ser una evidencia: el ‘amor por el dinero’ y el ‘terror por competir’ con quienes hacen el trabajo con la calidad y el profesionalismo que se debe y que la gente merece, son las únicas causas entendibles de este desagradable conflicto. Agréguele el ingrediente que, al llegar a sus medios radiales al día siguiente, todos los profesionales antes aludidos deben haber tenido mucha sangre fría para no bajar la cabeza de vergüenza.
Que la inteligencia y la cordura primen y que se retrotraiga a lo histórico y lo tradicional lo que es una sana costumbre. Escuchar desde donde no se puede tener acceso a la TV, (hospitales, guardias, fábricas, conduciendo en carreteras, etc.), o en los propios estadios, los partidos de un torneo que se hizo grande, entre muchas otras cosas, por la amplia cobertura radial que tuvo desde sus inicios. La televisión no tuvo nunca nada que ver ni en la creación, ni en el desarrollo ni en la calidad de este campeonato del que hoy se comporta como prepotente propietario.
Por Jaime Aguirre Dueñas de @Cienx100Azules