En uno de los peores partidos bajo la era Lasarte, Universidad de Chile fue derrotada sin apelación alguna por San Luis de Quillota en su visita a la ciudad de las chirimoyas, por el la ida de los octavos de final de la Copa Chile, perdiendo además el invicto que arrastraba en la presente temporada.
Ahora que se ha usado mucho el término de la “tormenta perfecta”, podemos aplicarlo a lo mostrado ayer por la “U”: errores técnicos, de planteamiento, de funcionamiento, desempeños notoria (y sospechosamente) bajos y, como si esto fuera poco, mala suerte.
De entrada el planteamiento fue el equivocado al insistir en una línea de cuatro, con una pareja de centrales que NO FUNCIONA. Osvaldo González repitió la opaca actuación que tuvo frente a Palestino, y anduvo mal en lo defensivo como también en la entrega. Suárez fue un pasadizo toda la noche, estático, errático y muy mal en el timing, tanto así que entre él y Joao Ortíz hubo un pasadizo por donde surgieron los dos primero goles de los quillotanos. Esta línea de cuatro fue completada por Matías Rodríguez que en realidad tuvo un partido de nula trascendencia. Para la contención se insistió en Espinoza y Martínez y se dejó en la creación a Renato González, pero lamentablemente este mediocampo nunca pudo imponerse, ni teniendo la pelota ni mucho menos distribuyéndola con precisión. Y adelante se probó con Pinilla, Canales y Benegas, con Canales enganchándose (o tratando de hacerlo) con González, pero tampoco resultó y los delanteros cayeron en la más profunda inmovilidad.
El partido tampoco fue bueno, San Luis no hizo mucho para derrotar a los azules, y hasta el primer gol de los locales, al minuto 28, no había oportunidades claras en ninguno de los arcos. Solo después del segundo gol, ocurrido 10 minutos después, se anotan dos llegadas de la “U”, una a través de Canales, que el arquero quillotano manotea al córner y la última, un cabezazo de Pinilla que da en el palo. Poco y nada.
En el segundo tiempo no mejoró mucho que digamos, aunque con los ingresos de Castro y Valencia (por Pinilla y Ortíz, respectivamente) se vio al menos una reacción de la banca, pero lamentablemente no fue suficiente e incluso San Luis aumenta la ventaja. Aunque el descuento de Benegas dio para pensar que podía haber un vuelco semejante al del fin de semana, la lesión de Carmona (que había reemplazado al opaco Renato González) y la expulsión del mismo Castro, al dejar a la “U” con dos jugadores menos, fueron un problema aún mayor para un equipo que ya no tenía el camino para cercarse con peligro al arco rival.
Solo hubo un par de arrebatos individuales, que graficaban la desorientación en que cayó el equipo estudiantil.
Como anoté al principio, hubo fallas en todo lo posible, y a las enunciadas fallas técnicas, hay que sumar el bajísimo nivel de varios, como Osvaldo González y Joao Ortíz, la irregularidad de Renato González, quien después de hacer un juego correcto en el partido anterior ahora tuvo un desempeño muy bajo, lejos de ser el encargado de generar el fútbol que requiere la Universidad de Chile. También llama la atención que hay jugadores que definitivamente no aprovechan la oportunidad que se les da, concretamente el caso de Joao Ortíz quien con lo demostrado ayer claramente demuestra que no es la alternativa para el puesto de lateral izquierdo. Va a costar que se le vuelva a dar otra oportunidad. Y está la actuación de Matías Rodríguez quien no trascendió en el juego, no fue el volante que se requería por la derecha y tampoco el lateral que completaba la línea de cuatro. Las ganas de Canales y Benegas no fueron suficientes para guiar a un equipo que está claramente desorientado, y quienes vinieron desde la banca, como Castro y Valencia, demostraron esa falta de confianza y seguridad. Comentario aparte es la mención a la mala suerte que se hace al principio, la que se refleja en la lesión de Carmona, que al juzgar por las imágenes de televisión podría ser muy grave (a mi juicio se parece mucho a una lesión de ligamentos).
¿Lo damos vuelta? Si enfrentamos a este mismo San Luis, mejorando un poco nos alcanza, pero la pregunta es si seremos capaces de mejorar.