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Columna: Ni la hinchada se salvó

Sep 16, 2015

La tarde de ayer fue para el olvido. No tan solo por el paupérrimo fútbol que hizo la U en el terreno de juego ante Audax Italiano, sino por el comportamiento de algunos tan mal llamados “Hinchas” que, una vez más, fueron el centro de atención en varias oportunidades.

El partido comenzó tenso, sin claras oportunidades para los azules. Por su parte Audax tomó las riendas del juego y sin quererlo, se ponía en ventaja tras un autogol de Matías Rodríguez, que se enredó con la pelotita ingresándola en la portería de Herrera. No sabía dónde meterse después de tal garrafal error. Pero levantó cabeza y regresó a su posición para enmendarse. Como siempre, la hinchada cantó más fuerte que nunca ante la adversidad animando a sus jugadores.

Hasta ese momento los la barra visitante se comportaba adecuadamente excepto por “los mismos de siempre” que manchan lo bonito del fútbol. Unos cinco jóvenes se situaban sobre la cornisa de la galería norte con un lienzo, a lo cual rápidamente por megafonía se les solicitó que bajaran, debido a que ponían en riesgo su integridad. Pero no hicieron caso y durante unos minutos permanecieron en el lugar.

En el segundo tiempo llegaría la tragedia. Corría el minuto 50 cuando los azules finalizaban un contraataque, sorpresivamente desde Andes cayeron varios hinchas azules hacia la cancha, que se encontraban sobre una valla. El juego se suspendió por unos minutos donde ingresó personal médico para atender a los heridos. Todas las miradas quedaron puestas sobre uno de ellos que estaba con la mirada perdida. La ambulancia se lo llevó rápidamente a un centro asistencial.

Tras ser reanudado el encuentro, la escuadra universitaria se puso manos a la obra para invertir el marcador. Sin embargo, nuevamente se detuvo el partido. Esto se debió a que, desde la galería, se lanzó un vaso de papel al guardameta Nicolás Peric con líquido en su interior. El jugador muy molesto por lo sucedido, avisó al árbitro, se quitó la camiseta y se dirigió hacia la banca. Luego de reemplazar su vestimenta, regresó a su puesto, pero fue agredido por otro objeto.

Los ánimos estaban caldeados y esa situación fue aprovechada por la máquina verde, que aumentó su cuenta en el minuto 75. Minutos más tarde un “espejismo de buen juego” se notó en los pies de la U,  y llegó el descuento convertido por Francisco Castro. Y solo fue eso, un espejismo, ya que en el minuto 81, Felipe Mora se repitió el plato y sentenció el 3 a 1 para los locales.

Mal, mal, mal. El archirrival se nos aleja nueve puntos en la cima del torneo y nuestro equipo cae nuevamente. Cambio de entrenador piden algunos, jugadores dicen otros. Usted, saque sus propias conclusiones. Claro está que ni el cuadro azul ni la barra tuvieron su día. En cancha no se juega al fútbol y el espectáculo queda manchado por un mal comportamiento.

Por Cristián Ibarra

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