Hoy ha aparecido publicada una entrevista (@CDF_cl) al presidente de Azul Azul, Carlos Heller, en la que el dirigente máximo es categórico para expresar que si el DT Sebastián Beccacece no logra el título en el próximo torneo de Apertura, se deberá ir del club. ¿Qué significa esto en términos simples?, que 15 fechas podrían ser las que están separando al técnico de la institución. Y que a partir del partido con Huachipato, se podría estar viviendo una especie de ‘cuenta regresiva’. Incómoda situación claramente.
A juicio de este columnista, eso es muy malo para la “U” y para el propio DT. Muy pocos deben ser los técnicos de equipos grandes o al menos prestigiosos en el mundo, que aceptan una condición tan severa como la anterior. Pero es el acuerdo ‘sustitutivo’ al que hubo que llegar para evitar pagar casi 3.000 millones de pesos de indemnización. Muchos, nos quedamos con una cláusula hecha pública, y que alcanzaba a algo así como 815 millones. La información real parece estar relacionada con la primera cifra. Y eso claramente, para un director técnico que mostró tan poco o nada (la peor campaña histórica), es realmente una brutalidad de plata. Y demuestra que el tema se manejó mal desde un principio.
Quisiera dejar constancia que la responsabilidad en esta manera de, eventualmente, terminar anticipadamente el vínculo no la atribuyo de forma única y exclusiva a Sebastián Beccacece. Hay quienes lo fueron a buscar, le facilitaron sus oficinas para trabajar allí mientras aun dirigía al equipo el técnico anterior, y quienes, entre las muchas cosas que estuvieron llanos a poner a su disposición (cambio de gerentes, funcionarios, salida de jugadores, de integrantes del cuerpo técnico, etc.) también estuvieron voluntariamente dispuestos a firmar ese tan mal ideado como inconvenientemente redactado contrato. Acá, siendo muy justos, habría que felicitar a quien o quienes asesoraron al DT al momento de poner exigencias contractuales para llegar a la “U”. Pero el principal error, y el que en definitiva no permitió terminar como y cuando correspondía un muy fallido proceso a cargo del equipo, no está en este acuerdo de ‘todo o nada’ al que se llegó ahora, sino en el punto de partida de esta relación entre la Sociedad Anónima que administra el club de fútbol y el entrenador del plantel de honor. Y los errores, no sólo en el fútbol sino que en la vida en general, se pagan. Dependiendo de la magnitud de error, algunos más caros, otros más baratos.
Porque esto ya no es cuestión de platas más o platas menos. Ahora es cosa de que lo que se invierte en términos de contrataciones se hace con una billetera más estrecha. Estrecha porque las malas campañas generan poco dinero, porque los jugadores que pudieran ser transferidos no reciben ofertas convenientes, y porque a un técnico en el cual se confía tan poco – o nada – naturalmente nadie estará dispuesto a ‘darle gustos caros’ en términos de nombres y hombres a incorporar. Y digo que no sólo es cuestión de plata porque también se lee en la citada entrevista del inicio (sic) “al querer jugársela (el DT) hemos cumplido en lo que hemos podido en la contrataciones de jugadores”.
‘En lo que hemos podido…’, qué diferente sería tal vez si se confiara más en sus capacidades.
Y esto trae como consecuencia ir a buscar jugadores de segunda, tercera o cuarta línea. A realizar apuestas cada vez más arriesgadas. Y sobre todo y especialmente, a desprenderse de jugadores que, por el simple hecho que al DT no le agradan para “su sistema de juego”, significa que el club como tal se des-potencia al dejar ir jugadores que, al menos, han dado muestras de capacidad y cariño por la institución. Seguramente al hacer un análisis individual de los que han partido muchos encontraremos aspectos de su juego que no los convierte en insustituibles. De eso no hay duda. Muy diferente es que los que justamente los han sustituido sean jugadores probablemente mejores que los que han partido. En un análisis inicial, reitero que concordando en que no tuvieron rendimientos excepcionales (¿Quién lo tuvo?) no ha llegado aún un jugador que reemplace a Gustavo Canales. Tampoco a Osvaldo González. Caso similar con Guzmán Pereira e incluso con Gonzalo Espinoza. Lo de Benjamín Vidal también parece un error.
Felipe Mora, Juan Leiva, Christian Vilches, Alejandro Contreras o Franz Schultz hasta ahora no parecen ser capaces de hacernos olvidar a los que ya no están. En el caso del último nombrado, y siendo aún una incógnita lo que sucederá con Mathías Corujo, no parece ser el reemplazante natural para el seleccionado uruguayo en el caso se vaya, en su caso también “porque no le agrada al DT”.
Creo finalmente necesario plantear que no me convence el argumento de “rebajar la cuota de extranjeros” para justificar la salida de los uruguayos, teniendo en consideración que su rendimiento individual estuvo muy por encima del que mostraron Gustavo Lorenzetti o Luciano F. Monzón en el campeonato anterior. Si había que rebajar cuota (o planilla de sueldos) tal vez ese camino era el más lógico.
Pero ya está dicho. Los errores se pagan, y en el caso de nuestro querido club serán muy costosos de asumir. Si es que alguna vez se asumen en su totalidad.
Por Jaime Aguirre Dueñas para @Cienx100Azules.