• Sáb. Sep 14th, 2024

Opinión: “Esto me pasó por ambicioso”

El título de esta columna, toma como referencia algunas palabras de la gimnasta nacional Simona Castro, tras reconocer su error de ayer por la mañana en la prueba de suelo de los Juegos Olímpicos de Río, sobre lo cual además declarase “Fallé en el momento menos esperado. Me confié y traté de improvisar…”, “Esto me pasó por ambiciosa”. Agregando más adelante “… nos costó la clasificación.”

Hay autocrítica en las palabras de la joven deportista chilena. Y dura. Directa. Honesta. Reconoce sus propios errores. Se hace cargo del ‘costo deportivo’ que ello tiene, en lo personal y para todo el país que la apoya. Cuántas diferencias con lo escuchado con las declaraciones post-partido de parte del DT Sebastián Beccacece.

No existe en el caso del argentino el mínimo reconocimiento de sus errores propios. No existe una explicación directa y desprovista de adornos lingüísticos ya añejos (“protagonismo desmedido”, “amor por la camiseta” y esas monsergas) para que tanto los periodistas que acuden a sus charlas como los auditores y espectadores de las mismas logren entender claramente lo que el técnico piensa. No se le escucha una descripción simple de los hechos que lleva al equipo a recibir goles en contra. Menos de las continuas improvisaciones, ya en calidad de porfía u obstinación, para ubicar en puestos y funciones experimentales a ciertos jugadores (Ej. Juan Leiva en función de volante teniendo disponible en la banca a Fabián Carmona). Mucho menos a lo mal que queda el equipo cuando le marcan y a la falta de ideas para resolverlo. La lista de cuestiones sencillas y fáciles de explicar tras una derrota o un pobre empate, que no contaron con la voz clarificadora del técnico, puede extenderse mucho.

Es cierto. Esperar una buena respuesta para este exceso de interés por la posesión que pareciera ser lo único que al técnico le interesa en la cancha, es tiempo perdido. Él cree en eso a pie juntillas. Y parece que está convencido que así se ganan los partidos pese a que los resultados demuestran lo contrario de manera tajante. Jugando hacia el lado, para lo que ubica en la cancha al supremo experto en practicar ese estilo como Gustavo Lorenzetti, no perdiendo el balón e intentando llegar al área contraria en la mayor cantidad de pases posibles. Por eso, insisto: no vale la pena seguir remarcando en que eso no sirve porque la inmensa mayoría de los lectores de esta columna lo debe tener así de asumido y de claro. Y en eso somos miles los que discrepamos con el entrenador.

No es posible dilucidar si lo que más importa ahora es escuchar explicaciones claras, o ya no vale la pena. Las frustraciones llevan a que uno quiera que este proceso acabe de una buena vez porque la cuenta regresiva continúa y no sólo para el DT. Lo peor es que también quedan ahora menos posibilidades para lograr un título que permita acceder al terreno de la competencia internacional. Queda menos tiempo y hay menos opciones para que se concrete la ilusión de llegar con el plantel de figuras que se le armó a Beccacece a ganar una copa de las grandes.

Lo que le pasó al DT y a la dirigencia que lo ratificó por fuerza, fue por “ambición desmedida”, casi al grado de “codicia desmedida”, haciendo una reestructuración profunda y con todas sus letras del plantel, y según lo declarado por él mismo, “a gusto del DT”.

Pero el técnico, al igual que Simona, “se confió y trató de improvisar”, con lo cual “falla en los momentos menos esperados”, sin medir que estas actitudes obtusas muy probablemente le “costarán la clasificación” a la “U”.

Siempre hay algo que aprender del deporte amateur. Porque el de Simona sí que es “amateurismo desmedido”. El ‘proceso’ del rosarino no tiene nada de eso.

Por Jaime Aguirre Dueñas para @Cienx100Azules

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