Ante 27 mil personas en el estadio nacional presenciamos atisbos de orden defensivo y ataque en bloque, pero desde el fallo de Juan Leiva en el primer tiempo, volvimos a ver a la U de momentos, goles perdidos y de goles que también pudieron sentenciar una derrota que a pesar del dominio del cuadro laico, O’Higgins pudo haber aguado más la fiesta como las nubes amenazantes que cubrían Santiago.
La tabla de posiciones del torneo nacional reflejan lo débil que se encuentra el fútbol chileno en general, poco competitivo, pero lo atractivo es que desde el equipo 3 a los últimos lugares, todos extrañamente tienen opciones al título. En el caso de Universidad de Chile se ve complejo, existiendo nombres de categoría, referentes y hasta seleccionados nacionales, pero por otro lado hay otros nombres que definitivamente no son para la institución por tanto encontramos a un plantel desbalanceado heredado del cuerpo técnico anterior.
La idea táctica del entrenador se entiende dónde el juego debe comenzar con orden y precisión en la salida, una presión a ratos interesante, pero que se diluye en el transcurso del encuentro debido al aspecto físico que se ve claramente disminuido dejando con mucho trabajo por delante para Los Hermanos Castañeda y compañía. Lo positivo fue la inclusión de Schultz del minuto uno mostrando que puede perfectamente ser titular, yendo al frente y con algo muy importante, ganas de demostrar lo que significa la U y para que se está en ella.
Otro punto alto fue Lorenzetti que siempre intentó lograr verticalidad y profundidad al juego ante un naufrago Felipe Mora que siendo tan buen nueve es una lástima que lo acompañen Briceño y Juan Leiva en ataque. Algo muy importante para mencionar es la doble función que tiene Beausejour en la U y en la selección, se ha visto en este último tiempo que vemos un jugador distinto en un frente y en el otro, cuándo claramente es decepcionante por lo rimbombante de su fichaje esperando algo distinto por la banda izquierda y sólo se han visto destellos y uno que otro desborde pero no existe constancia en su juego.
El resto del equipo está muy al debe. Matías Rodríguez hace bastante tiempo que no es ni la sombra del 2011-12 y sorprende que no haya nadie más por banda derecha que le discuta por lo menos para observar otras variantes de juego. La defensa actual ha mejorado, sí, pero no es lo que la U necesita y menos si es que algún día haya participación en Copa Libertadores por ejemplo. Gastón Fernández ha estado deambulando en este tiempo de punta, media punta y de 10, dónde en ningún aspecto se ha visto totalmente cómodo para desarrollar lo que pudimos haber visto alguna vez en ese Estudiantes del 2009.
Para finalizar, se entiende que es complicado levantar a un equipo que venía tan mal trabajado anteriormente, pero lo que menos hay actualmente en el fútbol es tiempo, por tanto, si seguimos viendo a la U así y rescatando empates de local con equipos que proponen poco y aún cuando quieren llegan con peligro, es mejor dejar este proceso hasta diciembre y encumbrar un proyecto con un técnico que traiga una renovación completa, desde cero y para mí hay dos opciones: Sergio Markarían y Gustavo Costas.
Por Romina Jorquera