¿Qué dicen los hinchas?, ¿Cómo tomamos este momento de la U?, reflexiones de Danny Marilicán.
Muchas veces escuche relatos de estadios repletos, de jornadas dobles de fútbol, de familias que iban completas a los diferentes reductos donde jugara el bulla, de picnic y refrescos, de unión y camaradería, tiempos que ya quedaron sepultados en un lindo recuerdo.
Nuestro hermoso himno nacido de las prosas de un extinto hombre de la casa de bello, Julio Cordero Vallejos dice con clara alusión: “Ser un romántico viajero y el sendero continuar, ir más allá del horizonte do remonta la verdad”. Que poco de románticos nos queda, el romanticismo en el fútbol es solo una palabra manoseada que ocupamos a veces para citar arengas y noches heroicas, el romántico viajero el sendero no continuó.
Cuantos viejos azules jamás vieron a la U campeón, no alcanzaron a ver al cuadro mágico en lo más alto de la elite sudamericana, pero así y todo alentaron con mucho más fuerzas que nadie, con un solo norte, ver a su amada universidad jugar y desplegar la gallardía y bravura que solo el León ponía en esos años.
Hago eco de las palabras de uno de los últimos baluartes activos que posee el club, capitán con y sin jineta, arquero histórico y patrimonio de la U Johnny Herrera, cuando criticaba a las nuevas generaciones de jugadores azules que ahora les era más importante el tener el último celular de moda, el peinado farandulero, la musa más deseada, por decirlo menos. Comparto esa crítica y la percepción que tiene el capitán, muchos ocupan la U como trampolín, como vitrina, como el club que me va vender a Europa. Que poco conocen y sienten esa U que va en el pecho, poco o nada conocen de un goleador insigne que jugó toda su vida en el mismo club, tanque era su apodo y gol su apellido postizo.
Poco o nada conocen de un club quebrado que a pesar de no tener agua caliente en las duchas, día a día entrenaba con el anhelo de que llegará un sueldo que cada mes se hacía más lejano, pero que eso no mermaba su amor por la azul que vestían, por la jineta que llevaban, por la gente que los coreaba.
Que nulo recuerdo deben tener de un técnico que llevo a un grupo de muchachos universitarios a lo más alto del fútbol chileno, de un ballet que arrasaba con sus rivales en cancha, de un puñado de gloriosos azules que fueron la base en el mundial jugado en cada.
Y así podría estar todo el día enumerando hazañas y viejos gloriosos, nuestra historia es rica en ello, no permitamos que se pierda, que se diluya más allá del horizonte, seamos nosotros los que impregnemos desde la tribuna, desde la galería, desde nuestro seno materno el amor por estos colores, ese mismo amor que sentía mi viejo, tu viejo, tu madre o tía, ese amor entrañable por la U y su rica historia, a ver si desde la galería logramos empaparlos de pasión y amor por la azul querida, a ver si logramos los hinchas que la estrofa del romántico viajero siga digna en nuestro hermoso himno, ¡Viva la U y toda su gente!.
Por Danny Marilicán