La noticia nos despertó como nos despiertan las malas nuevas, de sorpresa corriendo hasta nuestro arco. Fue el primer mensaje que vi al abrir los ojos, posiblemente como todos y todas las camaradas. Con mucha incredulidad al principio, pero al pasar los minutos y las horas lo fui creyendo un poco más y un poco más, como a todos y a todos nos fue ocurriendo.
Se nos fue el Tanque, nuestro único y amado tanque, nuestro tanque de color azul y no verde militar, nuestro tanque que en vez de disparar balas de su cañón salían balones café de cuero.
Nuestro tanque era un delantero letal, un artillero de aquellos de distintas épocas, de esos que siempre se quieren en el equipo propio y nunca en el contrario. Nosotros y nosotras tuvimos la suerte, el privilegio y el milagro de tenerlo vestido de azul y únicamente vestido de azul. Fue nuestro y en el torneo local únicamente nuestro.
Nuestro tanque fue el que más veces vulneró la resistencia de nuestros rivales más enconados. Ahí frente a las huestes albas y las franjeadas, nuestro tanque se lucía, se volvía gigante, se hacía más grande, jugaba mejor, corría más y obviamente anotaba, anotaba y no paraba de anotar.
Nuestro tanque era un jugador con un cabezazo notable, de los mejores en la historia de nuestro torneo. En un lugar más debajo de Elías y Zamorano. Nuestro tanque tenía una fuerza descomunal que lo hacía arrasar con las defensas rivales. Nuestro tanque jugaba de espaldas y no o movía ni Dios.
Es cierto, no tenía el pie de otros gran jugadores. No era tan hábil como Marcelo Salas, por ejemplo. Pero si se fijan en todas sus fotos de tiempos pasados, nuestro tanque salía empapado en sudor. Lo dejaba todo en la cancha.
Fue mundialista, jugó sudamericanos, pero su corazón latía por la Universidad de Chile. El tanque Campos era un gran delantero que jugó contra grandes defensas. A saber: Elías Figueroa, Rául Sánchez y Chita Cruz por mencionar solo a tres que serían titulares cojos en el torneo local actual.
Su sociedad con Leonel Sánchez fue historia azul y roja. “Centro de Leonel y gol de Campos” esa frase se nos marcó a fuego en los genes bullangueros.
Se fue Carlos Campos, lo extrañaremos con el alma y lo recordaremos siempre. Escribo desde la emotividad, desde el corazón azul y con la garganta apretada. Les pido me disculpen por lo poco profesional, pero hablar de Campos es recordar a mi abuelo que me hablaba del Ballet. Le pido me disculpen por la tristeza que generan estas líneas, es que se fue el tanque…nuestro tanque.
@avalenzuelapi