¿Quién es el responsable del momento que vive el cuadro mágico? Lee y reflexiona con la columna de Jaime Aguirre.
“…Toda la culpa la tiene Beccacece…”, “Heller es el gran responsable…”, “Las Sociedades Anónimas deben asumir su responsabilidad en este desastre…”, “Era lógico y esperable que pasara esto, porque que ‘le quitaron’ el fútbol a la Universidad …”, “Cuando los socios tenían voz y voto estas cosas no pasaban..”. Estas y muchas otras aseveraciones se han escuchado o leído y serán parte del análisis que buscará identificar a uno o más como el o los grandes responsables de que la “U” haya tenido su peor campaña prácticamente de los últimos 40 torneos.
Hay un elemento que no puede obviarse sin embargo de cualquier estudio de la situación, y que tiene que ver con un factor común: los jugadores. Sí, los jugadores. Prácticamente los mismos que llevaron en el torneo anterior al club a una situación parecida por su juego ineficiente, su aparente displicencia ante lo que sucedía, o la falta de compromiso demostrado en la cancha, y que no pueden ‘pasar colados’ o transformarse en inocentes de esta debacle.
A juicio de quien escribe, no puede achacarse la responsabilidad a las Sociedades Anónimas, puesto que bajo dicho sistema se obtuvo un tri-campeonato, 1 Copa Sudamericana, el único título internacional que registra el club, 2 Copas Chile, 1 Supercopa, y otros 2 torneos nacionales. Y en aquellas circunstancias, el equipo nunca jugó tan mal como el semestre futbolístico que acaba de terminar.
Tampoco puede asignársele culpa al hecho de que la Universidad, la casa de estudios, ya no tenga el control absoluto del fútbol profesional. Tal vez para ella no tener esta carga sea la gran solución a muchos de sus variadas preocupaciones que como ente académico le corresponde atender, entre las que la actividad competitiva futbolística no tiene lugar ni prioridad hace mucho rato.
Menos argumentar que estas cosas pasan porque los socios ya no tienen voz y voto en las decisiones. Tan sólo recordar que bajo ese régimen, el club sufrió los peores problemas de su historia: el descenso a Segunda División y la quiebra.
De manera que parecen quedar como más cercanas a la verdad las primeras aseveraciones: el papel de Sebastián Beccacece y el control de todo de parte del presidente y gran accionista de Azul Azul, don Carlos Heller Solari. Y a cada cual le asiste su porcentaje – mayor o menor – en este verdadero desastre, futbolísticamente hablando claro.
Al DT y su cuerpo técnico, por no haber sido capaces de establecer un sistema de juego que, por no existir, a cualquier espectador le pareció apreciar como ausente durante los 17 partidos oficiales en que dirigió al equipo. Además, por haber carecido permanentemente del necesario análisis auto-crítico para reconocer que este cargo les quedó absolutamente grande para lo que probablemente ellos buenamente pensaban, eran sus capacidades. Dentro de todo esto, la casi nula pero sobre todo inoportuna incorporación de jugadores de la cantera con real proyección para ser alternativa en el primer equipo. El no haber sido capaces de reiterar una misma formación en las 17 presentaciones. La falta de carácter para ‘sacar del pozo’ en el que caía el equipo por largos períodos durante los partidos, denotando una falta de liderazgo asombrosa por lo absoluta. En fin, hay muchos otros aspectos que podrán servir para una futura columna dedicada sólo a esto.
Y al presidente del directorio, cargo que detenta por el hecho de ser el accionista principal de la Sociedad Anónima concesionaria, lo que le permite ese derecho además de controlar 7 de los 11 cargos que tiene el directorio. Pero no sólo esto. El nombramiento, designación o contratación según sea el caso, de todos los gerentes y funcionarios de confianza para hacer funcionar el club, es privativo de sus atribuciones. Y atención a esto: tal atribución le permite al mismo tiempo remover a todo aquel que no ejerza adecuadamente su rol o función para la cual se le confía un área. Seguramente entre aquellos ‘hombres de confianza’ haya una parte de responsabilidad también.
Es sólo el presidente Heller por lo tanto, quien puede exigir cuentas a un ejecutivo por el resultado de su trabajo, igual como seguramente lo hace en todas las empresas y compañías de las cuales es accionista principal donde, por sólo citar un ejemplo, en el canal de televisión Mega no estaría tranquilo en su puesto ningún ejecutivo si los números o resultados (de audiencia y rating en ese caso) fueran parecidos a los de la “U” y no fueran todo lo positivos que son. En la “U”, el presidente puede y debe solicitar que respondan con su cargo quienes fueron responsables directos no sólo de la llegada de Sebastián Beccacece, sino además de la salida y llegada de jugadores, y al propio director técnico. Y a continuación inmediata de ello, reemplazar a quien o quienes deban salir, por la o las personas más adecuadas y entendidas en esto.
Lo verdaderamente importante ahora, es que se logre resolver la crisis sin desconocer el papel que a cada cual le correspondió y que si se va a hacer una ‘limpieza’ como se ha dicho, esta incluya todo lo que no ha funcionado bien. Sr. Presidente, don Carlos Heller, usted tiene la palabra ahora. Que no le tiemble la mano y que haga lo que debe hacer.
Salir de cacería para localizar e identificar culpables por lo tanto a juicio de este columnista, no conduce a mucho, porque los análisis son los mismos independientemente de quien los haga. Y las soluciones, también parecen ser evidentes.
Por Jaime Aguirre Dueñas de @Cienx100Azules