Luego de este semestre de cambios, Luis Miguel Retamales, hace un análisis de todo lo sucedido que te invitamos a leer y reflexionar.
Se acabó el torneo tan peculiar que tenemos, y además de dejar lo que corresponde (campeones, descendidos, ascendidos, liguilleros, etc.), terminó el verdadero suplicio que fue para la hinchada azul todo este semestre. Claramente está entre los peores rendimientos de nuestra estadística y el lugar definitivo en esa triste lista lo da el factor que se utilice, dos o tres puntos a los partidos ganados, y también si se sincera la medición aplicando el valor real, es decir dos puntos a los torneos donde se aplicó y tres puntos a contar de la fecha en que se implementó. Pero de cualquier forma más que saber en qué posición quedamos a nivel histórico, es importante decir que estamos en una crisis, profunda y extensa, como se ha dicho en reiteradas oportunidades.
Aquí mismo se escribió una nota hace unas semanas haciendo mención a que la crisis que nos agobiaba no era solo a nivel de cuerpo técnico, sino que abarcaba todas las demás áreas del club, es decir, la dirigencial, la formativa y también al plantel de jugadores, en lo que se llamó “La Tormenta Perfecta”, y lamentablemente el tiempo da la razón y esta “tormenta” crece cada vez más, sin que en el horizonte se vean los rayos de sol que anuncien que ya viene el buen tiempo. Se sostuvo, y se sigue sosteniendo, que la solución no pasaba por cambiar un DT cada seis meses, porque si lo hacíamos no podíamos tener muchas expectativas con este plantel desgastado que tenemos, y hoy más debilitado todavía debido a los “cortados” después del tristemente célebre cumpleaños; y poco se puede hacer para potenciar este plantel si las divisiones menores tampoco tienen jugadores que estén “apretando” a lo mayores por ganarse un espacio en el primer equipo; y mucho menos se puede hacer si tenemos una dirigencia sumisa al poder concentrado en una sola persona, quien además es, al parecer, quien toma decisiones futbolísticas, debiendo ser su campo de acción lo administrativo.
Si queremos pensar en el corto plazo, y quedarnos satisfechos con salir campeones cada tres o cuatro torneos, a lo mejor la salida es la del cambio del cuerpo técnico y deberíamos entrar a la vorágine implantada por Yuraszeck, que llegó a contratar a 15 jugadores para un torneo, farreándose de paso los dineros que habían para el estadio, nada menos que 10 millones de dólares, SIN QUE NADIE SE ASOMBRE NI EMITA RECLAMO ALGUNO. Pero para ser un club grande de verdad, se debe pensar en el largo plazo, como se hizo para el período del Ballet o como se hizo para la “Nueva “U”” de los 90. Ahora que vienen los torneos largos (“los de verdad”) se podría pensar en tener planteles “largos” y poder proyectar las famosas “curvas de rendimientos” a los torneos internacionales, que es donde brillan los verdaderos grandes, sin la urgencia de ganar un torneo por semestre (que duran cuatro meses en promedio).
Ahora viene un receso largo, donde empezarán a sonar los que vienen y los que se van, pero es de esperar que unos y otros sean los indicados, cosa que no se ve tan clara si es el dueño del club el que visará cada una de las acciones: se deben tomar decisiones con la cabeza fría, dejando de lado el hincha que todos llevamos dentro, y pensar en armar, o ir armando, un plantel que debe consolidarse. Hechos como el titulo logrado por Martín Lasarte en su primer torneo son muy poco comunes y no deberían considerarse como una regla para exigirla, y un equipo con siete o nueve recambios evidentemente requerirá de tiempo para sentarse, pero como se dijo antes, habrá tiempo, y de sobra, para lograr armarse. También debemos recordar que hay equipos que ya hicieron en este torneo la “práctica” y en el próximo serán legítimos aspirantes: Wanderers y Palestino deberían confirmar lo que insinuaron, O’Higgins tratará de sacarse la espina del titulo perdido en el último partido, la UC defenderá su título y Colo Colo deberá enfrentar una renovación semejante a la nuestra. Entre estos cinco, y ojalá se sume a ellos la “U”, debería salir el próximo campeón, el último de un torneo corto.
De ahí en más vienen desafíos para todos los clubes chilenos, y en lo concreto para la “U”, por que dado lo limitado del presupuesto, habrá que echar mano a las divisiones inferiores, las mismas que hace mucho tiempo no sacan ningún jugador exportable y que en su división mayor, la sub 19, deambula en la parte media baja de la tabla, muy lejos de los punteros Unión Española y Universidad Católica. Estos últimos llevan gran parte de la labor hecha al contar entre su equipo campeón una mayoría de jugadores provenientes de sus cadetes, teniendo así un capital muy importante, ya sea en una posible venta o también en cuanto a la proyección y fortalecimiento del equipo en el tiempo. Algo que tradicionalmente la “U” hizo pero que desde que está la concesionaria a cargo definitivamente no se hace. Es entonces una de las “patas” de esta mesa que cojea y pareciera a veces que se rompe, pero que se necesita rearmar en forma urgente para la sanidad general del club. No es posible que los famosos “proyectos” lleguen al primer equipo y se hundan en una mediocridad irritante que los hace salir a jugar en clubes más chicos, como Nicolás Maturana, John Santander, Bernardo Cerezo, y otros que estando en el primer equipo deben bajar a los juveniles ya que su desempeño no convence ni a los más benévolos, como Brian Taiva, Diego González, Luis Pinilla, por nombrar a los más conocidos. Algo pasa en las cadetes de la “U” que han tenido más apoyo que nunca, tanto en lo económico como en la infraestructura, y que tiene el peor desempeño de toda la historia de este club; si hasta en los peores años, en los 70 y los 80 la cantera azul era infinita y no era extraño que el plantel de honor estuviera compuesta, en su mayoría, por jugadores salidos de casa, bien reforzados por foráneos, y además en cada equipo del fútbol chileno había siempre un representante de nuestro fútbol. Hoy, lamentablemente para nosotros, eso es lo que ocurre con la UC.
Los actuales dueños de la concesionaria que rige los destinos del club deberán tomar decisiones, por un lado para levantar al primer equipo, y por el otro, para reencauzar a las divisiones menores. Ellos son inversionistas y en ambas instancias se les está filtrando su dinero, pero además son hinchas, y deben sentir igual que todos nosotros todos estos fracasos que hemos mencionado, pero ojalá que entiendan que esas decisiones deben tomarla gente que sepa de fútbol, y no los que por tener más acciones hoy están en la testera. Es cierto que bajo su gestión se ganó el único título internacional que está en las vitrinas del club, pero también es cierto que pasarán a la historia por haberse farreado los dineros guardados para el famoso estadio.
Por Luis Miguel Retamales C.