La vida es un juego muy cruel a veces y le gusta ponernos frente a situaciones para las que no estamos preparados ni de lejos. Nos da momentos agradables y felices pero cuando nos tira encima las decepciones y las penas, nos parece que se acaba el mundo. Peor aun cuando ese dolor viene ligado a una ilusión. No creo ser la primera persona que siente que se le ha roto el corazón, que tras varias promesas de retorno y cambio sufre nuevamente el quiebre y la pérdida del encanto; porque nadie me puede decir que no estábamos ilusionados, si lo esperamos tanto tiempo; lo seguíamos en redes sociales, lo apoyábamos y compartíamos mil veces los goles que hacía en su periplo por el país de las pizzas.
Y volvió no más. Incluso después de decirle al mundo que su carrera terminaría en la tierra de Rómulo y Remo, apareció firmando por el club del cual en tantas ocasiones se declaró hincha. Y por añadidura, su presentación estuvo llena de promesas cual bancada política: que volverían los triunfos en aquel maldito recinto, que pelearíamos palmo a palmo con los grandes del continente y que el hincha de la U se volvería a enamorar de él. Y todo comenzó bien, o de manera aceptable, la Copa Chile le dio los minutos necesarios y en el campeonato tampoco anduvimos tan mal, considerando que éramos un plantel en reformación.
No llegaron los triunfos prometidos, pero la actitud era la esperada. Lo defendimos una vez más e incluso hubo quienes, ante la nefasta actuación de los llamados “maduros” del plantel lo propusieron como capitán. Me pregunto seriamente que estarán pensando esos hinchas ahora, cómo les estará afectando esto. Todo bien hasta ahí, aunque cerramos una primera rueda apenas aferrándonos al puntaje que nos tenía en puestos altos. Y llegó el mundial. Muchos amigos vieron el canal estatal solo porque estaba el “ídolo” comentando, y se le veía contento, como si ese fuese el lugar que siempre anheló. Tan contento, que se le olvidó que el club de sus amores jugaba Copa Chile, y que por más que el rival fuera un desprestigiado Cobreloa o un incipiente Colchagua, compromisos son compromisos, y cualquier otro hincha daría la vida por estar en cancha vestido de azul defendiendo los colores de su pasión.
Se nos estaba olvidando este incidente cuando nos enteramos del interés de Colón. Apuesto lo que sea a que no fui el único que pensó que él rechazaría la oferta, primero porque había renovado hacía poco con el club azul y también porque no podía abandonar al “club de sus amores” ahora que estábamos por empezar la segunda rueda, y a todas luces él sería pieza clave. Pero el panorama se oscureció abruptamente; los medios especulaban con una supuesta infidelidad, él no aparecía para explicar nada y finalmente abandonó la concentración. En ese preciso instante supe que nada volvería a ser lo mismo; que algo había cambiado para siempre y que ninguna acción posterior podría reacomodarnos las ilusiones. De ahí en adelante vino el lamentable circo que todos vimos y la infinidad de teorías que intentaron explicar el altercado.
Voy en el metro hacia mi trabajo y siento el corazón roto. Nos falló, nos abandonó y nos dañó, provocando una herida de la que nunca pensamos sería él el causante. Porque de otros podría ser; hay muchos jugadores que no sienten la camiseta azul como propia, protagonizando así nuestros lamentos. Tampoco estamos hablando de algo nuevo, hace pocos años hubo dos que se cambiaron a la vereda inmediatamente opuesta, pero es un dolor más cargado a la rabia. Hoy tenemos rabia y pena, porque perdonamos las veces que tuvimos que hacerlo, estuvimos ahí cuando hubo que estar y nos dejamos llevar por la ilusión; es decir, nos ceñimos al accionar bullanguero de siempre, pero resultó que a quien tanta incondicionalidad entregamos, no pudo devolver ni la mitad de ese sentimiento. Es cierto que hay que dejarlo que explique, pero claramente no hay explicación que mitigue esto que nos consume ahora, y francamente, yo ya no quiero seguir escuchando excusas ni promesas. No crea usted señor lector que no comprendo que el fútbol no significa lo mismo para todos, pero aún tengo que masticar esto que siento ahora. Que le vaya bien, pero no acá.
Nacho Márquez | Radio AzulChile.cl