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Divorciado

Sep 18, 2019 #crónica

Es el primer sábado de su nueva vida. Terminó ayer la mudanza y, fiel a su estilo, no se acostó hasta que ordenó todo. Lo último que recuerda es haber visto las 3:17 en su celular y pensar en qué invertiría todo el aparentemente inagotable tiempo de su primer sábado solo en mucho tiempo. Solo, solo. Sabiendo que nadie llegará del entrenamiento de básquet, ni le pedirá que lo lleve al persa Bio Bio. Apaga la alarma con la felicidad de quien sabe que ha olvidado desactivarla y acomoda su cabeza frente al ventanal con visillo y cortinas negras. Cierra los ojos y vuelve a entregarse al sueño. Se levanta sonriendo a las diez y media, se da una ducha de veinte minutos y comienza a preparar su desayuno. Ligero, pan de molde integral con palta y un café en su taza nueva. Prende la tele, juegan el Cardiff contra el Everton y decide que el desayuno va a terminar en el futón. Cuando termina el partido toma su celular y en una de las páginas de Instagram que le provee de ideas para la carpintería han subido una repisa hecha a mano con todo y planos y medidas. Listo, es eso lo que le falta a su nuevo hogar, entre otras cosas que descubrirá más adelante, así es que camina las cinco cuadras que le separan de la barraca de madera donde consigue los listones necesarios. Entra al Sodimac y decide que es un robo pagar más de mil quinientos pesos por una caja de clavos así es que recordando sus años de juventud, esconde los necesarios en el bolsillo interior de su chaqueta. En la conserjería, al regreso, lo saludan con mirada curiosa, cómo no, si en el edificio no lo conoce nadie. Se apresura en comenzar su faena, solo puede meter bulla con taladro hasta las cinco de la tarde y no quiere comenzar su aventura en el edificio teniendo que recibir una multa tan evitable como innecesaria. Marca los palos, hace los hoyos y comienza a armar. No se ha dado cuenta, pero ya son las seis de la tarde y no ha almorzado. El armado del mueble le ha consumido el tiempo de manera inexorable, es decir, ha cumplido su objetivo. Cuando la tripa le ruge feroz, toma su chaqueta y sale a buscar un sándwich al negocio de la esquina. Atendido por sus dueños venezolanos, es conocido en el barrio por sus sándwiches y empanadas, así es que el bajón cumple con todas las expectativas. Al regreso a casa, lija las puntas y se apresta a organizar sus libros. No son pocos, y es que la lectura ha sido históricamente su hobbie preferido. Bueno, eso y el fútbol. Piensa en las cuatro pruebas que tuvo que dar cuando intentó llegar al profesionalismo a través de Cobreloa, y se acuerda de cuando lo rechazaron de la U, provocándole uno de los dolores más feos en su vida de adolescente. Claro, la peor estocada se la daría su esposa muchos años después, pero prefiere no pensar en eso y recordar a Darín pesquisando el joven cuerpo inerte de Liliana Colotto. “El secreto de sus ojos” se convirtió en su top tres de libros favoritos. El resto del podio lo completan otras obras del mismo autor. Ya son las diez de la noche, y, acomodado el último ejemplar, se pone de pie, retrocede un par de pasos y admira su obra. Perfecta, o al menos tal como la imaginó. Se le hace inevitable pensar en que sus fines de semana serán así, con una completa disposición de su tiempo, y después de mucho tiempo, sonríe.

 

Nacho Márquez | Radio AzulChile.cl

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