• Jue. Feb 13th, 2025

– ¡Eh!. ¡Señor!.
– ¿Ss… si?.
– ¿Disculpe usted es de la U. De Chile?.
– Si, somos… de la delegación oficial jajaja.
– ¡Enserio!. ¿Y no tendrían unos minutitos?.
– …
– Lo que pasa es que mi hijo juega por Nacional y tiene futuro. Dele un minuto. ¡Se viste enseguida para que lo vea!. Mientras tanto ¡saquen cerveza no más y lo que quieran comer!…
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Cuando se dice que el barrista de Universidad De Chile es único, es porque simplemente lo es. No hay otro igual. Fin de la discusión. Si se pudiera abrir, -metaforicamente- el corazón de un Bullanguero, notariamos que está formado por una serie de componentes que son elementales en un corazón azul, como por ejemplo: el amor, el aguante, la valentía, el respeto, el romanticismo, la camaradería, entre otros. Puede variar claro, según el individuo, pero hay uno, un componente, que lo tenemos todos. Está ahí, aguardando el momento preciso en el que se le requiera su aparición. Aquel componente es «la astucia» y si bien choca de cierta manera con los valores anteriormente mencionados, «la astucia»… está permitida.

Ever Moreno vio a La U en cancha por primera vez el año 94′. Lo hizo con su tío y un vecino. Temuquense como uno de sus ídolos, le bastaron sólo 2 años para entrar a la carretera por su cuenta, llegó con perso a la población Monte Verde en donde un viejo grupo llamado «Los Delinquents» se encargaban de sacar las oxidadas maquinas del recorrido 06 de Temuco, las cuales fueron sus primeros pasos hacia una aventura que seria el reflejo de sus siguientes 22 años. Aquel primer viaje fue a Puerto Montt.

A punta de estadios y Copas Entel fue forjando el espíritu valiente y combativo del barrista azul y como no, también vio la parte más oscura del color; estando en Antofagasta, es agredido cobardemente por una decena de indios mientras macheteaba. Se aferró a su mochila en donde guardaba su fiel lienzo y no supo del mundo hasta que, dado su estado, tuvieron que llevarlo a la posta. No obstante, veinte puntos en la cabeza y un esguince de tobillo no lo detuvieron para que días después, él y su lienzo «Temuko Azul» estuvieran en la reja del Zorros del Desierto.

Tuto, como lo conoce la hinchada, a recorrido Chile y el extranjero a la antigua, ósea a «deo» y como lo amerita la situación, la astusia es siempre un componente infalible en su vida.

En un viaje de Calama a Uyuni, donde su destino era Potosí, iba acompañado por grandes personajes, entre ellos: Bulnes, Krosty, Tazmania y Kike Kalama, siendo éste último detenido por la policía boliviana, tras ser descubierto su impulso «picassístico» en un muro de un hostal (un «Kalama Azul» y al lado un barquito), lo que desató la furia de los residentes. Tuto y Bulnes son arrestados por fuerzas especiales luego de «rescatar» a Kike y golpear a la policía común, son rociados con gas pimienta y posteriormente llevados a un calabozo para al día siguiente ser enjuiciados.

Al retén llega, con un buzo de La U, una casaca de cuero y unos cuantos grados de alcohol en el cuerpo, Krosty, quien con personalidad se presenta ante los policías como el «abogado» de los reclusos, pero no le dan bola y se retira sin poder ayudar a los camaradas, los cuales tras quitarle el colchón a un detenido, son dejados en libertad a las 03:00 de la mañana y con 6 grados bajo cero. Nunca antes habían deseado tanto quedarse presos.

A pesar de, lograron llegar a Potosí y en el primer local en donde pueden abastecerse, a Tuto no se le ocurre nada mejor que comprar un six-pack de Paceña con cinco monedas de 10 pesos, luego de convenser al vendedor que por su «brillo», éstas tenían gran valor en Chile.

Sin embargo, su mejor anécdota es lejos la que se narrará a continuación. Tiene lugar en Uruguay, un viaje al cual Tuto junto a «Villero» un Bullanguero de Rancagua, llegan por tierra, a «deo» y con una gran odisea detrás. El partido era contra Peñarol en el Centenario y del resultado ni hablar. Minutos antes del partido, un camarada de Calama es excluido del grupo debido a su estado etílico, una vez dentro, los Bullangueros ven un gran alboroto entre la parcialidad de un sector ocupado por el equipo local, se trata del Chuncho de Calama que minutos antes no habian dejado entrar al estadio, éste pudo ingresar, pero lo había hecho por un sector copado por gente de Peñarol, entonces, en un intento de huir, se lanza a la cancha desde la galería, sufriendo un esguince y siendo llevado por la policía uruguaya ante las miradas de los cerca de cincuenta azules.

Terminado el partido, Tuto junto a «Mono Kalama» (otro Bullanguero que sabe de seguir a La U) van a buscar al camarada anteriormente detenido, pero llegan unos minutos tarde, ya que lo habían soltado recientemente. Se había ido por la calle opuesta a la que venían Tuto y Mono y cuando éstos se disponen a regresar, pasan a un local a saciar la sed del pique, es ahí cuando Tuto escucha que desde un costado, alguien le habla con tono de pregunta.

– ¡Eh!. ¡Señor!.
– ¿Ss… si?.
– ¿Disculpe usted es de la U. De Chile?.
– Si, somos… de la delegación oficial jajaja.
– ¡Enserio!. ¿Y no tendrían unos minutitos?.

La persona en cuestión es la dueña del local y al ver a los Bullangueros con la indumentaria azul, sumado al comentario hecho por Tuto, los confunde con alguna especie de caza talentos, veedores de Universidad De Chile.

– Lo que pasa es que mi hijo juega por Nacional y tiene futuro.
– Ehh… bueno en realidad nosotros andamos haciendo un trámite acá en la comisaría, pero ya tenemos que irnos.
– ¡No pero!, dele un minutito. ¡Se viste enseguida para que lo vea!.
– Bueno, un tiempito…
– Es que quiero que lo mire para ver si lo pueden llevar a Chile.
– Ehh… señora…
– ¡NO PERO MIENTRAS ESPERAN SAQUEN CERVEZAS NO MÁS Y LO QUE QUIERAN COMER!.
– ¿Ta’ weiando?.
– ¿Como?.
– No, digo… ¿enserio?…
– ¡Si!, ¡si!, ¡por favor!, ¡adelante!.

Ante tan irresistible oferta, Tuto no pudo decir que no, es más, se instaló como todo un veedor y comenzó a beber de las cervezas más caras y de picadillo ni hablar, pasaba de largo el mani tostado y sacaba a destajo pistachos y almendras, hasta que un grito lo detiene.

– ¡DALE LUISITO!.

Se trata del niño, tiene entre 10 y 13 años quien vestido completamente con la indumentaria de Nacional y una pelota de baby fútbol, no pasa desapercibido, así como tampoco su gran dentadura, la cual no tenía nada que envidiarle a la del conocido jugador Uruguayo.

– Eh… bueno, vamos a la calle. – Le dice Tuto al niño y a su madre, la cual no cabía de gozo.

– ¡MUERDELOS LUISITO!. – Se escucha desde el interior, mientras Mono Kalama seguía degustando de las finas cervezas del lugar y tras hacer un gesto mostrando los dientes, el niño comienza a lucirse con el balón.

Al primer intento de bicicleta se sacó la chucha, pero se paró con idalguía y atinó a domar el balón, algo que literalmente dominaba.

Por otro lado, Tuto ponía cara de serio mientras trataba de tomarse rápido la cerveza que tenía en la mano para poder abrir otra al instante.

Luisito continúo con unos «látigos» y terminó su exhibición con unos cabezazos medios desinflados, no obstante, el Bullanguero sabía que no podía derrumbar los sueños de un niño y al preguntarle la madre: «¿Y?, ¿cree que tiene futuro?». Engullendo el último puñado de pistachos éste le respondió.

– Mire señora… para ser sincero… su hijo tiene futuro y harto.
– ¡VAMOS LUISITO!.
– Pero el problema, es que nosotros ahora estamos a punto de tomar el avión, entonces no podemos hacerle los papeles en este momento.
– Ahh… claro…
– Pero mire, le dejo mi teléfono y usted llámeme una vez yo estando en Chile.

La familia y por supuesto Luisito, quedaron más fáciles que testigos de Jehová en una fábrica de puertas y con alegría no dudaron en ofrecerle las últimas atenciones a nuestros camaradas los cuales claro, por caballerosidad, se vieron en la obligación de aceptar.
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Tuto regresó a Chile y por supuesto jamás recibió una llamada desde Uruguay, al menos no de la familia de Luisito, lo que si es seguro, es que el llamado de La U está constantemente sonando en su corazón y más temprano que tarde volverá a esas tierras y recordará que con astucia, fue veedor acreditado de Universidad De Chile por unas horas.
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Tuto: Bebedor y veedor.

Pato Wolff.

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