• Jue. Feb 13th, 2025

Capítulo 2: Enigma Beccacece

Quisiera uno llenar esta página con epítetos dignos de un equipo avasallador, que juega bien y la moja; o que no juega tan bien, pero la moja. Toda ésta una amarga quimera. La única palabra a la cual recurre el hincha tras el partido del sábado ante los pumas del norte: un Desastre. Y el apellido de tal descalabro: Beccacece. Las señales son inequívocas: “Moja la camiseta”, pedía la hinchada antes del fin del primer tiempo.

Las aguas están inquietas, y con justa razón. Las cifras no mienten: tras ocho meses de gestión, la U de Becca ha sumado sólo tres victorias. Y a diferencia del semestre anterior, la paciencia ya se agotó. Y es que pocas veces fue tan evidente la falta de liderazgo, el enrredo táctico, la improvisación. Y así como José Piñera defiende su sistema con cifras sacadas de un mundo paralelo, en el que somos todos felices, Beccacece agota cada semana el mismo discurso: que la posesión del balón, que el desgaste del partido, que las disculpas a la hinchada.

¿Crónica de una muerte anunciada? Miremos los hechos: magra campaña, jugadores indóciles, asados, innumerables discusiones extra futbolísticas. El jefe con las lucas golpeó la mesa, limpia el camarín, y da una nueva oportunidad al DT. Bien ahí Heller, quién, por el motivo que sea, da continuidad a un proyecto que iba bien hasta los amistosos de pretemporada. Luego, jugadas dos fechas contra equipos abordables, con un plantel prácticamente nuevo y lleno de figuritas, parece que el proyecto se derrumba. Ni con Bonini mentando «la concha de su hermana» parece que hay salvación.

Becca es un enigma. Contribuyó, como ayudante técnico, a consolidar el trabajo que, no hace mucho, nos llevó a la cima del futbol sudamericano y mundial. No estamos hablando de un desconocido. El tipo sabe lo que es vivir con la presión de la U roja encima. Pero a juzgar por los hechos, no es lo mismo ser ayudante que ser el líder al cual todos miran en busca de una respuesta cuando la cosa viene mal.

Buscando una solución al enigma, desempolvamos los libros. ¿Cuál era el mantra que repetía el pelado Sampaoli cada vez que estaba frente a los micrófonos? Cito al profe: “Yo creo que la única forma de ser exitoso es unificando a los jugadores desde el amateurismo. Hay que tratar de encasillarlos en el amor a la camiseta, desde el goce, no desde la obligación”.

En cuanto a Becca, se ignora todo sobre su filosofía propia, aún no se ha plasmado en el campo de juego una idea concreta, simple, que salga de memoria. Y lo más oscuro de todo: esas disculpas al hincha después de los últimos dos partidos parecen de papel, obligadas, y no por convicción. Sampaoli, antes de ser un técnico exitoso y un “rehén” de su éxito, tuvo que laburar en papeleo burocrático y en un banco de provincia. Tuvo que mamarse el fracaso. Y qué nos van a decir a nosotros, los hinchas de la U, acerca de fracaso: si amamos tanto esta camiseta, si no podemos ni dormir antes de un partido importante, es por el largo de las frustraciones que tuvimos que tragar. A este equipo, insistimos, le falta eso: una infusión de sangre, una sacudida de amor propio.

¡Pongan a Pepe Reco curao’ a dirigir los entrenamientos, la puta madre! ¡Lleven a los viejos de la 17 a enseñar un poco de historia a los jugadores! ¡Por último una pelea con cinco expulsados! ¡Una lágrima al menos! ¡Algo que dé señales de vida! ¡Pongan huevos los leones!

Mucho profesionalismo este fútbol moderno, poco amor por los colores. La próxima fecha es una final.

Por JC de La 17 en el aire

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