“No compadre, la radio es mufa. Prefiero aguantarme los nervios y la incertidumbre a tener que empezar a verlo con un gol en contra” decía seriamente Luchito. Caminaban por Alameda y de súbito, Wilfredo le agarró el brazo a su amigo para indicarle que en la fuente de soda que habían dejado atrás recién estaban dando el partido de la U. Era en estas ocasiones donde Wilfredo más aprendía sobre Luchito. Y es que el compadre aprovechaba cada vez que iban juntos a ver un partido de la U para contarle sobre sus cosas. Si el partido estaba entretenido, hablaba para calmar sus nervios. Si la U ganaba fácil y jugaba bien, hablaba para hacer correr más rápido el reloj.
-¿Te has enamorado alguna vez, Luchito?
Sin dejar de mirar la pantalla, le contestó que sí. Que una vez se había enamorado pero que no había sido correspondido. Y que se juró que de ahí en adelante nada más iba a ocupar su tiempo libre que la U, que al final ese era el único amor que no traicionaba.
Wilfredo solo asentía, porque se declaraba incompetente en materias amorosas y todo lo que pudiera escuchar resultaría ser un consejo. Igual, Mariangela no puede traicionarlo porque nunca le ha pertenecido, a lo más podría romperle el corazón si es que en algún momento decide confesar el amor que le va quemando las entrañas cada día un poco más. “¡Párate, conchetumadre!” El grito de Luis lo remece de sus cavilaciones y desvía su atención hacia el televisor gigante. Avanza peligrosamente la U y Wilfredo puede ver que su compadre se incorpora en la silla y le agarra el brazo. El grito estalló en varias de las gargantas que se remojaban con cerveza, y alivió la tensión acumulada que se podía respirar en el local.
“¿Sabís qué Wil? A mí en esta cuestión del amor no me ha ido nada de bien, pero algo cacho de las chiquillas. Son complicadas, po, qué le vai a hacer. Pero tampoco es indescifrable, si al final son seres humanos. Si te gusta la Mariangela, anda y dile lo que sientes. Si te tinca primero te podís hacer amigo, onda para entablar una conversación franca y tener más confianza. Los mejores planteles salen campeones porque confían en su capacidad. Si tú querís lograr algo, primero tenís que dejar de ser invisible. Llama su atención, métele conversa y cuando ya te sientas seguro, ¡pum! Le decís que te tiene loquito y que querís tener catorce cabros chicos con ella. No sé, piénsalo, de repente me curé y estoy hablando puras huevás. Te voy a ponerte un tema, como dice el Rumpy. ¿No cachai quién es el Rumpy?”. Luchito se afirma de los brazos de la silla, se tambalea, saca una moneda del bolsillo, programa una canción y se va al baño.
“Never seen you looking so lovely as you did tonight” suena desde el lustroso wurlitzer que adorna el boliche, y el colombiano piensa en Mariangela con la camiseta de su adorado Independiente de Santa Fe. Al regresar su amigo del baño, Wilfredo lo mira y le ofrece una chelita más. “No pasa ná compadre, a la noche tengo un brillo y tengo que ir bien decente”. Lo quiere al Luchito.
Nacho Márquez | Radio AzulChile.cl