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Opinión: No dejemos que las aguas se aquieten… ¡Que se levante el clamor Popular!

Sabido es el mal momento de la U en los últimos torneos. La poca efectividad de nuestros delanteros, la nula creación de nuestros  volantes, el desorden que se ve plasmado en la cancha, el poco apego y amor por la bullanguera y la poca  identificación con nuestros colores por parte de nuestro plantel nos tienen sumido en una crisis en la cual toda las miradas, insultos, abucheos y gritos van dirigidos hacia una sola persona, Sebastián Beccacece.

El novel técnico de la Universidad de Chile llegó precedido de una brillante campaña 2011-2012 de la mano de Sampaoli, un glorioso paso por nuestra Selección Chilena y una  magnífica victoria en los tribunales laborales. Esos son los galardones anexos que tiene Beccacece para estar hoy con el buzo azul, que dicho sea de paso, ya no es azul sino un verde agua, celeste muy lejano a nuestro azul  marino o azul rey de épocas pasadas. Pero ¿Cuál es el mérito propio para hoy dirigir a la Universidad de Chile?  ¿Cuál es su triunfo personal como DT para hoy ser el que maneja los hilos de nuestro amado club? Hasta el momento ninguno, solo ser una mera expectativa que todos pensamos que podía funcionar, pero que con su verso y muy poca autocrítica nos llevó a darnos cuenta que el estar arrimado siempre a un buen árbol, no sirve para triunfar en un club grande como lo es la U.

Criticar al DT, a los jugadores cuando no mojan la camiseta, o cuando erran en el planteamiento es por ahora sinónimo de no apoyar a tu club, de ser llamado un “hincha de cartón” o “súper hincha”… Se puede leer o escuchar a varios camaradas repetir la siguiente frase: «La U es un club de esfuerzo, donde siempre se sufre, se apoya hasta el final, a muerte, eres de cartón si no apoyas al DT y al plantel.»

Yo les pregunto a ustedes Camaradas: un tipo que el torneo pasado paró 17 formaciones diferentes, que dirigió 19 encuentros y solo ganó 3 veces, que tiene un 16% de rendimiento, que no se entiende lo que prepara en la semana ya que no se ve plasmado en la cancha cuando les toca jugar, que sus dirigidos no entienden su planteamiento y se ven desordenados en el campo, ese tipo que es uno de los DT mejor pagados del torneo nacional, el 3er peor técnico que ha tenido la U, el que se le ha dado una y otra oportunidad ¿No puede ser criticado por lo poco que demuestra en su trabajo?

Perdónenme, pero todo tiene su límite, nuestro himno de hermosa prosa hace alusión al más allá del horizonte… Sebastián lo consiguió, su paupérrima campaña llegó más allá del horizonte y llegó para quedarse, porque no por el paso del tiempo el que no sabe se hace maestro, se hace maestro el que se educa, el que aprende, el que es reflexivo, el que es autocrítico, el que sabe detectar sus errores para no volver a cometerlos; ese se hace maestro porque se cayó, aceptó la derrota y aprendió  de sus defectos.

Lamento el mal momento de mi querida U, y ¡Sí! lamento lo mal que lo está pasando Beccacece, porque no creo que sea un mal tipo, una mala persona, pero con los sentimientos y con los parabienes no se ganan partidos, no se dan vuelta resultados, no se le inyecta pasión a un club, con eso no basta para salir tristes por la derrota pero orgullosos de nuestros 11 guerreros, que dejaron todo en la cancha, eso camaradas hace mucho tiempo que no lo veo, es lo que necesitamos inyectar: mística y pasión a nuestro alicaído Chuncho.

Potente fue el abucheo el pasado sábado una vez terminado el encuentro. Se sintió el clamor popular de «Los de abajo». No dejemos de demostrar nuestro descontento hacia un mal trabajo, hacia un pésimo planteo, hacia una falta total de actitud en la cancha, que el hincha  no se convierta en mero espectador, volvamos a hacer club, volvamos a manifestar nuestro pesar cuando las cosas no andan mal, somos nosotros los que estamos toda una vida alentando, aplaudiendo y llorando, podemos expresar  nuestra rabia y frustración, eso no nos hace menos hinchas. Nos hace valientes, nos hace no ser ovejas tras los designios de un grupo de millonarios que se adueñaron de nuestro club, que nos hacen comprar la camiseta del año a precios elevados, que nos imponen sus ideas económicas y societarias por sobre lo que la mística la historia y los colores de nuestro club, nuestro ex club que hoy está en manos de una sociedad que poco sabe de romanticismo, que sí sabe de viajeros o millas de vuelo, pero poco de nuestra verdadera identidad, nuestra gente, nuestra pasión incontrolable, los colores y esa U en el pecho, el helado y el sandwichs de una jornada sabatina, las canastas con cocaví, huevos y jugos del medio tiempo de un clásico, del llanto del Superman cuando no quería salir de la cancha por tener un dedo quebrado, del Padre que feliz y ansioso viste por primera vez a su hijo de un azul glorioso, le compra su primera vestimenta de León para llevarlo al estadio a bautizarlo como un bullanguero más. De la 14 que canta sin parar, llueva o relampaguee, de un viejo que todavía asiste al estadio con su radio a pilas para escuchar a su relator favorito, a los miles de hinchas que un 17 de diciembre de 1994 lloraron de alegría como niños sentados frente a un televisor, con una radio en las manos, con una bullanguera azul marino en el pecho, con los abrazos de un viejo con canas que había olvidado lo que era ser campeón pero que jamás dejó de alentar a su querido león.

Esto y mucho más es la U camaradas, no permitamos que nos expropien la pasión, que no nos quiten la voz para alentar al amor de nuestras vidas, a esa pasión que no se puede explicar. Somos la hinchada del Bulla somos la nación Azul.

Por Danny Marilicán Garramuño

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