Cuando estás dentro de una cancha, jugando con amigos o vecinos, disfrutas del partido, te ríes, te picas, te enojas. Pero cuando todo termina, te vas a tomar algo y a compartir, ganadores y perdedores juntos.
En este caso eso no pasa. Después del partido frente a Santiago Wanderers no hay nada que haga que olvides la derrota, sientes el pasto sucio en la boca, un sabor amargo que no se va, sientes que fuiste un iluso en creer que todo sería distinto. Otra vez tropezamos con la misma piedra. Aparecieron algunos memes que hablaban de que «este campeonato ya lo viví», que pasaremos de nuevo las desgracias del campeonato pasado, que la querida Universidad de Chile seguirá lejos de alcanzar la gloria.
En 5 partidos amistosos nos creímos los dueños del mundo, que con los refuerzos las victorias llegarían, nos adelantamos y ya estábamos postulando a la U a la final de la Copa Libertadores del próximo año, pero aun faltaban 15 partidos por jugar; se nos olvidó que el rival también juega. Un Santiago Wanderers en quiebra, con juveniles en cancha, con un presupuesto de segunda división, nos derrotó en los pastos del Bicentenario Elías Figueroa.
Algunos, los más letrados, dicen que el problema de la U está en la banca y se llama Sebastián Beccacece, yo no soy tan letrado por lo que espero siempre que los jugadores, por amor propio o profesionalismo, saquen la tarea adelante, pese a las decisiones técnicas. Lo que no quita que en el actual DT del cuadro mágico se observa poca autocrítica, no comprende que en sus declaraciones indique que todo está bien, si acabas de perder 2-1 con un equipo diezmado.
No puede dar lo mismo ganar o perder, no puede ser que nadie haga algo y todos veamos cómo se derrumba el equipo de nuestros amores; no creo que la solución la tenga el chapulín colorado, ni menos que tenga que regresar Sampaoli para ganar una copa internacional. Pero si alguno de ustedes tiene la solución, sea o no letrado, la leo con atención.